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Una tarde de agosto sonó mi teléfono y escuche boquiabierto lo que tanto deseaba escuchar: “¿hola Rene, cómo estas? soy Laura de Kueski. Tenemos noticias sobre tu proceso…” La verdad es que el tiempo no se detuvo, ni sonaron campanas, es más había un ruidero en el parque industrial donde trabajaba, pero esa llamada cambio mi manera de ver el reclutamiento, pues nunca (literalmente) una oferta laboral había sonado tan cálida, tan familiar.
Esa tarde, lejos de escuchar sobre un sueldo, prestaciones o beneficios, escuché emocionado que lo había logrado y que me invitaban a participar en el reto de mi vida. Yo sólo recuerdo haber contestado “Sí, sí quiero”.
Desde ese día tuve claro mi objetivo, transmitir esa misma sensación de victoria a mis candidatos, así que deixe un poco de lado todo lo aprendido en años como reclutador y me enfoqué en las personas, en conocer de ellas y aprender de ellas, “vamos a hacerlo a lo Kueski”, ¿por qué no? El cambio siempre ha venido bien.
Y así pasaron casi 3 meses de aprendizaje, de reuniones con los Hiring Managers, de escuchar consejos de mis compañeros, pero sobre todo de aprender de cada una de las personas que entrevistaba.
Logré cerrar mis primeras vacantes con la ayuda de mi equipo pero… no había logrado el objetivo que me había propuesto cuando ingresé a Kueski así que me reté a mí mismo: “el siguiente ingreso, lo hago yo solo”.
Es reconfortante saber que el equipo te puede apoyar en el proceso, pero me atreví a retarme para ver hasta dónde podía llegar.
Fue una tarde de diciembre que recibí luz verde para ofertar a un nuevo candidato, al cual venía dando seguimiento desde hacía un par de meses, así que le agendé una videollamada con el pretexto de dar seguimiento a su proceso por el fin de año.
Tengo que confesar que me sentía realmente emocionado cuando comenzamos la llamada, en la que, mediante una pantalla compartida, le informaba que había sido seleccionado para colaborar en Kueski; su respuesta inmediata fue una gran carcajada y un “sí, muchas gracias, claro que sí”. Mientras le explicaba la propuesta, sólo podía ver cómo su rostro se iluminaba con una gran sonrisa, “lo logré”. Creí entenderle y pactamos fecha de ingreso.
De pronto, me vi envuelto en una euforia que no puedo describir, me di cuenta que efectivamente, existe el trabajo bajo pasión, y me gusta, también descubrí que enfocarme en la persona, hace que salga a relucir su mejor versión y que eso da excelentes resultados.
Sobra decir que el escuchar y ver su reacción fue verme en un espejo, pero más allá del alimento al ego por haber logrado lo que me había propuesto, lo que realmente sucedió es que encontré el verdadero sentido de ser reclutador en Kueski. Sé que para el 2020 vendrán nuevos retos para los cuales debo prepararme y, lejos de sentirme nervioso, tengo ganas de comenzar a trabajar en ellos desde ya.
¿Te gustaría sentirte así? ¿Qué esperas? revisa nuestras vacantes y postúlate; me encantaría platicar contigo acerca de un nuevo paso en tu carrera profesional.
Una tarde de agosto sonó mi teléfono y escuche boquiabierto lo que tanto deseaba escuchar: “¿hola Rene, cómo estas? soy Laura de Kueski. Tenemos noticias sobre tu proceso…” La verdad es que el tiempo no se detuvo, ni sonaron campanas, es más había un ruidero en el parque industrial donde trabajaba, pero esa llamada cambio mi manera de ver el reclutamiento, pues nunca (literalmente) una oferta laboral había sonado tan cálida, tan familiar.
Esa tarde, lejos de escuchar sobre un sueldo, prestaciones o beneficios, escuché emocionado que lo había logrado y que me invitaban a participar en el reto de mi vida. Yo sólo recuerdo haber contestado “Sí, sí quiero”.
Desde ese día tuve claro mi objetivo, transmitir esa misma sensación de victoria a mis candidatos, así que deixe un poco de lado todo lo aprendido en años como reclutador y me enfoqué en las personas, en conocer de ellas y aprender de ellas, “vamos a hacerlo a lo Kueski”, ¿por qué no? El cambio siempre ha venido bien.
Y así pasaron casi 3 meses de aprendizaje, de reuniones con los Hiring Managers, de escuchar consejos de mis compañeros, pero sobre todo de aprender de cada una de las personas que entrevistaba.
Logré cerrar mis primeras vacantes con la ayuda de mi equipo pero… no había logrado el objetivo que me había propuesto cuando ingresé a Kueski así que me reté a mí mismo: “el siguiente ingreso, lo hago yo solo”.
Es reconfortante saber que el equipo te puede apoyar en el proceso, pero me atreví a retarme para ver hasta dónde podía llegar.
Fue una tarde de diciembre que recibí luz verde para ofertar a un nuevo candidato, al cual venía dando seguimiento desde hacía un par de meses, así que le agendé una videollamada con el pretexto de dar seguimiento a su proceso por el fin de año.
Tengo que confesar que me sentía realmente emocionado cuando comenzamos la llamada, en la que, mediante una pantalla compartida, le informaba que había sido seleccionado para colaborar en Kueski; su respuesta inmediata fue una gran carcajada y un “sí, muchas gracias, claro que sí”. Mientras le explicaba la propuesta, sólo podía ver cómo su rostro se iluminaba con una gran sonrisa, “lo logré”. Creí entenderle y pactamos fecha de ingreso.
De pronto, me vi envuelto en una euforia que no puedo describir, me di cuenta que efectivamente, existe el trabajo bajo pasión, y me gusta, también descubrí que enfocarme en la persona, hace que salga a relucir su mejor versión y que eso da excelentes resultados.
Sobra decir que el escuchar y ver su reacción fue verme en un espejo, pero más allá del alimento al ego por haber logrado lo que me había propuesto, lo que realmente sucedió es que encontré el verdadero sentido de ser reclutador en Kueski. Sé que para el 2020 vendrán nuevos retos para los cuales debo prepararme y, lejos de sentirme nervioso, tengo ganas de comenzar a trabajar en ellos desde ya.
¿Te gustaría sentirte así? ¿Qué esperas? revisa nuestras vacantes y postúlate; me encantaría platicar contigo acerca de un nuevo paso en tu carrera profesional.
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